La Paz vive uno de sus momentos más vibrantes como destino gastronómico, justo cuando Bolivia se prepara para celebrar su bicentenario. Esta ciudad andina, que guarda una de las escenas culinarias más auténticas y subvaloradas del continente, invita a descubrir una fusión única de tradición y vanguardia. Desde el bullicioso Mercado Rodríguez, donde caseras de coloridas polleras sirven humeantes cuencos de wallake —un reconfortante caldo de carachi del lago Titicaca—, hasta los restaurantes que reinterpretan con creatividad los sabores ancestrales, La Paz conquista a cada visitante a través del paladar.
Una nueva generación de chefs está liderando esta revolución culinaria. En Phayawi, Valentina Arteaga eleva la tradicional sopa de maní boliviana añadiéndole un delicado aceite de cúrcuma, inspirado en las técnicas de su abuela. Su propuesta ya ha captado la atención internacional, con un exitoso pop-up en Washington D.C. Otro imperdible es Ancestral, donde la cocina a llama abierta protagoniza platos innovadores como las pommes soufflées rellenas de chili, cacahuetes y carne de corazón, inspiradas en el clásico anticucho callejero.
El barrio de Calacoto también guarda joyas gastronómicas, como el célebre Gustu, que trabaja exclusivamente con productos bolivianos. Tras dejar su huella como Mejor Chef Femenina de Latinoamérica, Marsia Taha, exlíder de Gustu, se prepara para abrir su propio restaurante en Achumani, con una carta inspirada en la Amazonía boliviana. Ingredientes como el paiche y técnicas tradicionales como el lampe, darán vida a esta nueva propuesta que promete poner aún más a La Paz en el radar internacional.
Con la efervescencia de su escena gastronómica y la celebración de su bicentenario en el horizonte, La Paz se perfila como el próximo destino soñado para los amantes de la buena mesa y los sabores auténticos de América Latina.